miércoles, 31 de octubre de 2018

La fe destruye al miedo


La fe destruye al miedo
La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1), por lo que tarde o temprano destruirá el miedo infundado que en muchas ocasiones sembramos en nuestro corazón sin razones justificables y siguiendo el tema que hemos analizado el día de ayer, atinente a la confianza en Dios, podemos decir que a medida que va aumentando nuestra fe encontramos más satisfactorio que sea el mismo Todopoderoso quien esté a cargo de nuestras finanzas, consagrándonos enteramente a ser mayordomos de los bienes y riquezas que Él nos confía. 

Lo primero, como ya hemos indicado en su momento, es comprender que todas las cosas y todo lo que nos rodea y todo en general depende de Dios. Entonces, no pienses que tu salario es tuyo o que a ti te pertenece. No es así, o por lo menos pensar de ese modo es no reconocer la autoridad del Todopoderoso en nuestra vida, lo que es un grave error. Nosotros debemos reconocerle como nuestro todo, como nuestro Señor, nuestro Padre amado, entonces realmente la situación es diferente.

Por ello también no debemos servir a las riquezas ni muchos menos tener nuestra confianza en ellas, pero es fácil decirlo. Ahora, te propongo que cumplas con el diezmo en tu congregación. Cúmplelo de la manera que Dios te indique hacerlo, con amor y gozo, pues el ama al dador alegre (2 Corintios 9:7). 

Examina tu corazón, y pregúntate, estás dispuesto a ofrendar y a diezmar conforme tu corazón te lo indique, y a ayudar a los más necesitados. Si la respuesta es positiva, pues felicidades, tu fe ha vencido al miedo. 

Son pocas las personas que no deben preocuparse por qué comerán, beberán o vestirán, pues gracias a Dios han sido herederas de grandes fortunas o se han logrado ellas las riquezas que le permite estar holgados, mientras que son muchos, muchísimos más lo que batallan el día a día, ya sea por un jornal o un salario mensual y en tal sentido, pues enseñar lo del diezmo, pues no solo es una tarea encomiable, sino que muchas veces es casi sin sentido, pues las personas temen desprenderse de una pequeña suma de dinero que les ha costado mucho sacrificio conseguirla. 

Pero es allí donde más se manifiesta la fe. Si en lo poco has sido fiel, sobre mucho te pondré (Mateo 25:21). 

Cristo Jesús nos enseña de esto y dice que no debemos confiar en las riquezas (Lucas 10:24), sean éstas muchas o pocas, sino que más bien, debemos confiar en Dios. 

Quizás explicado con un ejemplo puedas comprender un poco mejor: Margarita ha cobrado su salario el día de hoy, la suma de 880.000, de los que debe abonar la suma de 300 mil de alquiler, 130 mil de alimentos, 120 de transporte, 200 de estudios y servicios 80 mil, sobrándole exactamente 50 mil del total, salvo que diezmara, digamos la suma de 20 mil, por lo que sólo le quedaría 30 mil para ahorrar, contingencias, salud, vestimenta, regalos, ocio y demás. Qué puede decidir una persona en la que el miedo todavía se apodera de ella, pues dudar, interrogarse una y otra vez, me alcanzará para fin de mes, o sencillamente no diezmar, o hacerlo pero por la módica suma de 1 mil, o 2 mil, o máximo 10 mil. Te recuerdo aquí, que Dios no necesita ni de tu dinero ni de tu generosidad, si no de tu corazón. 

Una persona de fe lo que haría es sanear debida y correctamente su economía y finanzas y diezmar 80 mil, y más inclusive, pues no sirve a las riquezas sino a un Dios grande y poderoso que todo lo puede, y se repite incluso, "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). 

Quizás mi ejemplo es un tanto burdo, pero quiero demostrar que si bien antes que nada debemos tener unas finanzas sanas, pues Dios nos ha puesto como mayordomos de las riquezas que ostentamos, lo siguiente es no ser dependientes de las riquezas, ni siervos, ni muchos menos esclavos, sino que en nuestro amor al Padre y nuestros prójimos, debemos aprender a ser fieles en nuestro diezmos y ofrendas. 

Sabías que
“No temas, la fe te hará mover montañas”.

Padre reprendo todo miedo que haya en mí, y declaro que a partir de hoy confío enteramente ti, amén.

¡Bendiciones!!!!











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martes, 30 de octubre de 2018

Robará el hombre a Dios


Robará el hombre a Dios
La temática que iniciaremos esta semana tiene que ver con la mayordomía y por ello, queremos comenzar con lo relacionado al diezmo, tema que siempre es bastante ríspido y difícil, pues muchos creen que lo último que se convierte en el creyente es su billetera, y muchas veces es cierto, y para ejemplo tomemos el caso del joven rico (Marcos 10:17-22).

El profeta Malaquías fue quien realizó esta pregunta, y vemos justamente en su libro, Malaquías 3:8 lo siguiente, "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas".

Rendirnos a lo que Dios nos exhorta es parte de nuestra conversión del mundo a ser hijos del Altísimo, donde y cuando lo colocamos como nuestro único Señor, nuestro Padre Celestial, por lo que, como ya lo decía Pablo, ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí (Gálatas 2:20), y en esta nueva vida, nuestra confianza debe ser enteramente en Él, por encima de cualquier otra cosa, incluso por encima de las riquezas. 

A esto es lo que exhortaba y enseñaba Cristo Jesús, pues dice: !!cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! (Lucas 10:24b). 

En cuanto a dar el diezmo podemos señalar que debiéramos entonces comprender que se trata indudablemente de un acto de negación de nosotros mismos, de nuestra autosuficiencia por una confianza entera en Dios. Cuando entrego el diez por ciento de lo que le corresponde al Señor, sencillamente lo que hago es depositar mi confianza en Él y no en las riquezas. 

Hay muchos puntos que precisar en todo esto, dado que se han formulado objeciones, críticas y confusiones de diversas índoles, pero si bien tocaremos algunos puntos, no pretendemos agotar el tema. 

Una de éstas precisiones, que en particular he experimentado, es el hecho de que efectivamente quitar a Dios de nuestra economía no es absolutamente nada recomendable, y por el contrario, pronto el mismo Todopoderoso nos hará entender de que sin Él nada podemos hacer. Entonces, antes que dejarlo fuera de nuestras finanzas, lo más recomendable es colocarlo en el centro de las mismas, lo que nos permitirá ser más francos con nosotros mismos, no malgastar innecesariamente y por supuesto, serle fiel en el diezmo. 

Otro de los puntos que siempre hay que tener en cuenta es que Dios no necesita de nuestro dinero, ni mucho menos de nuestro salario o ganancias, no funciona así la cosa. Es cierto, que los ministerios de la Iglesia se mueven gracias a los recursos que son aportados por todos los miembros, pero la Iglesia no estuvo y no estará pendiente de si tú siembras en la obra o no, pues imagínate si eso fuera así, ninguna obra se realizaría. Los ministerios y la Iglesia misma se mueve por fe y no por vista. 

Entonces, no creas que Dios necesita tu dinero, sino por el contrario Él requiere que tu corazón tenga una nueva visión sobre las riquezas, que tu confianza esté depositada no en los tesoros terrenales sino más bien en los celestiales. 


Sabías que
“Dios es nuestro padre y nunca nada nos hará faltar”.

Gracias Dios Eterno, porque en tu infinito amor nos enseñas a ser buenos administradores de todo lo que tú nos das, amén.

¡Bendiciones!!!!











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lunes, 29 de octubre de 2018

Lucas 18:37-42

En en evangelio de Lucas 18:37-42, leemos:

«Le dijeron que Jesús de Nazaret pasaba por allí. Entonces comenzó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».

Cuando Jesús lo oyó, se detuvo y ordenó que le trajeran al hombre. Al acercarse el ciego, Jesús le preguntó: —¿Qué quieres que haga por ti?

—Señor —le dijo—, ¡quiero ver! 

Jesús le dijo: —Bien, recibe la vista. Tu fe te ha sanado.»
‭‭
Este ciego no era un seguidor de Jesús; era una persona común y corriente.

Para que Jesús bendiga tu vida no hace falta ser un religioso. Ante tu necesidad Jesús vuelve a preguntarte “qué querés que haga por vos”. Solo tenés que pedir específicamente, con Fe.

Orá así: Padre Dios, creo en tu Palabra. Escucho a Jesús preguntándome qué necesito, y ahora pido su ayuda una vez más.  En Su Nombre, amén. 

Bendecido Lunes!

domingo, 28 de octubre de 2018

El principio de la sabiduría


El principio de la sabiduría
Decíamos que no es lo mismo y existe una enorme diferencia entre los términos temor a… y temor de…, y en tal sentido, Proverbios 1:7 (y 9:10), no por casualidad sino por inspiración de Dios, expresamente dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”, ratificándose ello nuevamente ello en Salmos 19:9 “El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre”; Salmos 34:11 “Venid, hijos, oídme; El temor de Jehová os enseñaré”; Salmos 110:11 “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”; Proverbios 2:5 “Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios”; Proverbios 8:13 “El temor de Jehová es aborrecer el mal”, Proverbios 10:27 “El temor de Jehová aumentará los días”, Proverbios 14:26: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza; Y esperanza tendrán sus hijos”, y en otros versículos más, como Proverbios 14:27, 15:16, 15:33, 16:6, 19:23, 22:4, 23:17, 29:25.
Isaías también refiere sobre ello en su libro, capítulo 11, versículo 3, 14:3, 33:6, y en Hechos 9:31, entre otros más.

A diferencia entonces de tener miedo, más bien lo que aquí nos indica es que podemos tener una relación con nuestro Padre Celestial, quien nos da el trato de hijos, y por supuesto, todo hijo debe amor, respeto, honra y reverencia a su padre.

En 1 Juan 4:18 se explica mejor esta relación y dice “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”, y en la Nueva Traducción Viviente se lee así: “En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios”.

Para ser sabios, necesitamos primeramente amar a Dios, que es el primer mandamiento, amar a nuestro prójimo, que es el segundo mandamiento, y diremos luego, que en esa sabiduría tenemos el temor de Dios, pues aborrecemos el mal.

Sabías que
“El amor perfecto expulsa todo temor”.

Padre amado, enséñame de tu amor, de tu misericordia, quita todo miedo, pues confiadamente quiero habitar en tu presencia, amén.

¡Bendiciones!!!!










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sábado, 27 de octubre de 2018

El temor de Dios


El temor de Dios
Salomón exhorta a buscar la sabiduría, porque adorno de gracia serán a tu cabeza y collares a tu cuello y el que la oye, habitará confiadamente, vivirá tranquilo y sin temor del mal (Proverbios 1:2, 9, 33). No está demás señalar que éste hijo de David, fue uno de los hombres más sabios que ha existido en su tiempo y aún hasta ahora, y de tal modo fue admirable, que de todas partes del mundo se llegaban para escucharlo.

Ahora, lo interesante y para muchos lo más relevante de éste libro de los Proverbios, es lo dicho en el capítulo 1, versículo 7, muy conocido realmente, que dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. En particular, es importante puntualizar que el término ahí descripto es: “…el temor de...”, y no: “el temor a”, existiendo allí una enorme diferencia que trataremos de explicar.

Temor a, implicaría tenerle miedo a esa persona, y el temor a alguien, pues no genera ninguna relación perdurable, relevante o significativa, sino por el contrario, apenas aquel que se siente atemorizado pueda desligarse de su amo, dueño o señor, pues sencillamente o escapará o hará lo posible para que desaparezca o se destruya tal presión o amenaza, o se someterá viviendo con miedo, lo que en nada está en el pensamiento del Padre Celestial. Él no desea que vivamos con miedo. Recuerda lo que dice el Proverbio, vivirá tranquilo y sin temor del mal. Quien vive con miedo, pues no vive tranquilo ni confiadamente.

Es cierto, nuestro Dios Todopoderoso, que todo lo puede, que todo lo sabe, que nada le es imposible, que es el creador del cielo y la tierra, que destruyó a fuego a Sodoma, que con un solo soplo podría exterminarnos, evidencia claramente que frente al Él no somos absolutamente nada y quizás ello infunda miedo, pero la naturaleza misma de Dios, Dios mismo, es amor (Dios es amor, 1 Juan 4:8), grande en misericordia, piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad (Éxodo 34:6, Números 14:18, Nehemías 9:17, Joel 2:13, Nahúm 1:3).

Cristo Jesús manifestó que vino a la tierra para salvación, no para destrucción (Mateo 18:11, Lucas 9:56), entonces, está claro que si bien el Omnipotente es de grandísimo poder y gloria, también es igualmente lo mismo en amor, misericordia, piedad y gracia para con los hombres, quienes aún descarriados, todavía desorientados e incluso que pecan y lo desobedecen en gran manera todos los días, el Padre Celestial, como buen padre, de amor, paciencia y perdón, espera y aguarda por sus hijos, para que ninguno se pierda. No nos llama para que le tengamos miedo, no nos escoge para que le sirvamos con temor o bajo amenazas. Es más, nos perdona nuestra rebelión y nos prospera, nos ama, nos bendice cada día. 

Del temor de, seguiremos mañana, no te lo pierdas.

Sabías que
“Dios es amor (1 Juan 4:8)".

Padre, ayúdanos a conocerte más, a reconocer que tú eres lo primordial en nuestras vidas, danos sabiduría e inteligencia, amén.

¡Bendiciones!!!!






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viernes, 26 de octubre de 2018

Los Proverbios


Los Proverbios
El Rey Salomón fue uno de los hombres más sabios que ha existido y en su tiempo no tuvo parangón. Dios lo había revestido de conocimientos y sabidurías, de tal modo que fue admirable no solo en su pueblo y región, sino que desde muy lejos venían, incluso reyes, a escucharlo.

Pues así también, dejó testimonio escrito de sus amplios conocimientos y saberes, en tres libros muy conocidos, uno de ellos es el libro de los Proverbios.
Éste libro en particular, inicia explicando los motivos de los Proverbios, señalando que son para entender sabiduría y doctrina, para conocer razones prudentes, para recibir el consejo de prudencia, Justicia, juicio y equidad, para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes inteligencia y cordura (Proverbios 1:2-4).

Como puede constatarse, es un libro imperdible, dado que obtendremos del mismo, como mínimo, consejos prudentes y razones suficientes para vivir como es debido. En el verso 2, del capítulo 1, nos dice Salomón que los Proverbios nos permitirán entender la sabiduría, y luego en el versículo 1:7, muy conocido realmente, dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”, agregando en una segunda línea, no por ello menos importante, que “los insensatos desprecian la sabiduría y enseñanza”.  


Porque Jehová da la sabiduría, 
Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.
Proverbios 2:6

Te invitamos a que leas este maravilloso libro, que tiene muchísima Palabra de Dios.

Sabías que:
“Hay 31 capítulos en el Libro de los Proverbios de Salomón, lo que implica que puedes leer 1 capítulo cada día del mes y todo el libro en un mes”.


¡Bendiciones!!!!





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jueves, 25 de octubre de 2018

Romanos 7-7-25 El pecado que mora en mí

Romanos 7:7-25 Hay una poderosa enseñanza del apóstol Pablo aquí, y les compartimos en las dos versiones, para que puedan leerla también:

Versión RVR1960
El pecado que mora en mí
¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.

Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto.
Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.
10 Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte;
11 porque el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, me engañó, y por él me mató.
12 De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno.
13 ¿Luego lo que es bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso.
14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
24 !!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

Versión NVI

Conflicto con el pecado

¿Qué concluiremos? ¿Que la ley es pecado? ¡De ninguna manera! Sin embargo, si no fuera por la ley, no me habría dado cuenta de lo que es el pecado. Por ejemplo, nunca habría sabido yo lo que es codiciar si la ley no hubiera dicho: «No codicies».
Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le proporcionó el mandamiento, despertó en mí toda clase de codicia. Porque aparte de la ley el pecado está muerto. 
En otro tiempo yo tenía vida aparte de la ley; pero, cuando vino el mandamiento, cobró vida el pecado y yo morí. 
10 Se me hizo evidente que el mismo mandamiento que debía haberme dado vida me llevó a la muerte; 
11 porque el pecado se aprovechó del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató.
12 Concluimos, pues, que la ley es santa, y que el mandamiento es santo, justo y bueno. 13 Pero entonces, ¿lo que es bueno se convirtió en muerte para mí? ¡De ninguna manera! Más bien fue el pecado lo que, valiéndose de lo bueno, me produjo la muerte; ocurrió así para que el pecado se manifestara claramente, o sea, para que mediante el mandamiento se demostrara lo extremadamente malo que es el pecado.
14 Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual. Pero yo soy meramente humano, y estoy vendido como esclavo al pecado. 15 No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. 16 Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; 17 pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo, sino el pecado que habita en mí. 18 Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. 19 De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. 20 Y, si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí.
21 Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. 
22 Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; 
23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. 
24 ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? 
25 ¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!
En conclusión, con la mente yo mismo me someto a la ley de Dios, pero mi naturaleza pecaminosa está sujeta a la ley del pecado.









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Santiago 1:4 La paciencia

   Cada problema en el que nos ha metido la impaciencia, lo que en más de las veces fue sinceramente la carencia de confiar en Dios. Antes q...