sábado, 27 de octubre de 2018

El temor de Dios


El temor de Dios
Salomón exhorta a buscar la sabiduría, porque adorno de gracia serán a tu cabeza y collares a tu cuello y el que la oye, habitará confiadamente, vivirá tranquilo y sin temor del mal (Proverbios 1:2, 9, 33). No está demás señalar que éste hijo de David, fue uno de los hombres más sabios que ha existido en su tiempo y aún hasta ahora, y de tal modo fue admirable, que de todas partes del mundo se llegaban para escucharlo.

Ahora, lo interesante y para muchos lo más relevante de éste libro de los Proverbios, es lo dicho en el capítulo 1, versículo 7, muy conocido realmente, que dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. En particular, es importante puntualizar que el término ahí descripto es: “…el temor de...”, y no: “el temor a”, existiendo allí una enorme diferencia que trataremos de explicar.

Temor a, implicaría tenerle miedo a esa persona, y el temor a alguien, pues no genera ninguna relación perdurable, relevante o significativa, sino por el contrario, apenas aquel que se siente atemorizado pueda desligarse de su amo, dueño o señor, pues sencillamente o escapará o hará lo posible para que desaparezca o se destruya tal presión o amenaza, o se someterá viviendo con miedo, lo que en nada está en el pensamiento del Padre Celestial. Él no desea que vivamos con miedo. Recuerda lo que dice el Proverbio, vivirá tranquilo y sin temor del mal. Quien vive con miedo, pues no vive tranquilo ni confiadamente.

Es cierto, nuestro Dios Todopoderoso, que todo lo puede, que todo lo sabe, que nada le es imposible, que es el creador del cielo y la tierra, que destruyó a fuego a Sodoma, que con un solo soplo podría exterminarnos, evidencia claramente que frente al Él no somos absolutamente nada y quizás ello infunda miedo, pero la naturaleza misma de Dios, Dios mismo, es amor (Dios es amor, 1 Juan 4:8), grande en misericordia, piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad (Éxodo 34:6, Números 14:18, Nehemías 9:17, Joel 2:13, Nahúm 1:3).

Cristo Jesús manifestó que vino a la tierra para salvación, no para destrucción (Mateo 18:11, Lucas 9:56), entonces, está claro que si bien el Omnipotente es de grandísimo poder y gloria, también es igualmente lo mismo en amor, misericordia, piedad y gracia para con los hombres, quienes aún descarriados, todavía desorientados e incluso que pecan y lo desobedecen en gran manera todos los días, el Padre Celestial, como buen padre, de amor, paciencia y perdón, espera y aguarda por sus hijos, para que ninguno se pierda. No nos llama para que le tengamos miedo, no nos escoge para que le sirvamos con temor o bajo amenazas. Es más, nos perdona nuestra rebelión y nos prospera, nos ama, nos bendice cada día. 

Del temor de, seguiremos mañana, no te lo pierdas.

Sabías que
“Dios es amor (1 Juan 4:8)".

Padre, ayúdanos a conocerte más, a reconocer que tú eres lo primordial en nuestras vidas, danos sabiduría e inteligencia, amén.

¡Bendiciones!!!!






                                                 «EN LA BARCA»
                                                http://enlabarka.blogspot.com
Dios bendiga a Paraguay
JRW

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