La humildad del cristiano
Cuando comenzamos a transitar en la vida de Cristo,
aprendemos a vivir en humildad, en mansedumbre y en amor.
Es
importante que reconozcamos que no somos nada sin Dios, que de Él emanan todas
las cosas, Él es el principio y el fin, el creador de todo lo que vemos y tocamos,
e incluso, es el que nos conoció y amó antes que el universo fuese.
Entonces,
como bien lo dice Job, cómo contender con Dios, cómo no adorarlo, como no
servirlo diariamente y durante todo el día. Ese servicio es el que nos reviste
de humildad cada día, esa completa sujeción al Padre Celestial.
El
apóstol Pablo dice:
3 Nada
hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada
uno a los demás como superiores a él mismo;
4 no
mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por de los otros.
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse
Filipenses
2:3-6
El ejemplo de Cristo Jesús es inigualable. El mismo
Hijo de Dios se humilló aquí en la tierra, padeciendo todo lo que los seres
humanos vivimos a diario, pero a diferencia del hombre, el Salvador venció en
la cruz, venció al pecado y a partir de allí tenemos a quien seguir.
La vida y muerte del Señor Jesús es la más excelsa manifestación de amor y humildad hacia el prójimo, e incluso, hacia sus enemigos, dando su vida por todos, sin excepción alguna, perdonando incluso a los que en ese momento le escarnecían y finalmente lo crucificaron.
8 Y estando en condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte
de cruz.
9 Por lo cual Dios también
le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre.
Filipenses 2:8-9
Nuestra
vida será de gran bendición para otros.
¡Bendiciones!!!!
«EN LA BARCA»
No hay comentarios:
Publicar un comentario