La fe destruye al miedo
La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1), por lo que tarde o temprano destruirá el miedo infundado que en muchas ocasiones sembramos en nuestro corazón sin razones justificables y siguiendo el tema que hemos analizado el día de ayer, atinente a la confianza en Dios, podemos decir que a medida que va aumentando nuestra fe encontramos más satisfactorio que sea el mismo Todopoderoso quien esté a cargo de nuestras finanzas, consagrándonos enteramente a ser mayordomos de los bienes y riquezas que Él nos confía.
Lo primero, como ya hemos indicado en su momento, es comprender que todas las cosas y todo lo que nos rodea y todo en general depende de Dios. Entonces, no pienses que tu salario es tuyo o que a ti te pertenece. No es así, o por lo menos pensar de ese modo es no reconocer la autoridad del Todopoderoso en nuestra vida, lo que es un grave error. Nosotros debemos reconocerle como nuestro todo, como nuestro Señor, nuestro Padre amado, entonces realmente la situación es diferente.
Por ello también no debemos servir a las riquezas ni muchos menos tener nuestra confianza en ellas, pero es fácil decirlo. Ahora, te propongo que cumplas con el diezmo en tu congregación. Cúmplelo de la manera que Dios te indique hacerlo, con amor y gozo, pues el ama al dador alegre (2 Corintios 9:7).
Examina tu corazón, y pregúntate, estás dispuesto a ofrendar y a diezmar conforme tu corazón te lo indique, y a ayudar a los más necesitados. Si la respuesta es positiva, pues felicidades, tu fe ha vencido al miedo.
Son pocas las personas que no deben preocuparse por qué comerán, beberán o vestirán, pues gracias a Dios han sido herederas de grandes fortunas o se han logrado ellas las riquezas que le permite estar holgados, mientras que son muchos, muchísimos más lo que batallan el día a día, ya sea por un jornal o un salario mensual y en tal sentido, pues enseñar lo del diezmo, pues no solo es una tarea encomiable, sino que muchas veces es casi sin sentido, pues las personas temen desprenderse de una pequeña suma de dinero que les ha costado mucho sacrificio conseguirla.
Pero es allí donde más se manifiesta la fe. Si en lo poco has sido fiel, sobre mucho te pondré (Mateo 25:21).
Cristo Jesús nos enseña de esto y dice que no debemos confiar en las riquezas (Lucas 10:24), sean éstas muchas o pocas, sino que más bien, debemos confiar en Dios.
Quizás explicado con un ejemplo puedas comprender un poco mejor: Margarita ha cobrado su salario el día de hoy, la suma de 880.000, de los que debe abonar la suma de 300 mil de alquiler, 130 mil de alimentos, 120 de transporte, 200 de estudios y servicios 80 mil, sobrándole exactamente 50 mil del total, salvo que diezmara, digamos la suma de 20 mil, por lo que sólo le quedaría 30 mil para ahorrar, contingencias, salud, vestimenta, regalos, ocio y demás. Qué puede decidir una persona en la que el miedo todavía se apodera de ella, pues dudar, interrogarse una y otra vez, me alcanzará para fin de mes, o sencillamente no diezmar, o hacerlo pero por la módica suma de 1 mil, o 2 mil, o máximo 10 mil. Te recuerdo aquí, que Dios no necesita ni de tu dinero ni de tu generosidad, si no de tu corazón.
Una persona de fe lo que haría es sanear debida y correctamente su economía y finanzas y diezmar 80 mil, y más inclusive, pues no sirve a las riquezas sino a un Dios grande y poderoso que todo lo puede, y se repite incluso, "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Quizás mi ejemplo es un tanto burdo, pero quiero demostrar que si bien antes que nada debemos tener unas finanzas sanas, pues Dios nos ha puesto como mayordomos de las riquezas que ostentamos, lo siguiente es no ser dependientes de las riquezas, ni siervos, ni muchos menos esclavos, sino que en nuestro amor al Padre y nuestros prójimos, debemos aprender a ser fieles en nuestro diezmos y ofrendas.
Lo primero, como ya hemos indicado en su momento, es comprender que todas las cosas y todo lo que nos rodea y todo en general depende de Dios. Entonces, no pienses que tu salario es tuyo o que a ti te pertenece. No es así, o por lo menos pensar de ese modo es no reconocer la autoridad del Todopoderoso en nuestra vida, lo que es un grave error. Nosotros debemos reconocerle como nuestro todo, como nuestro Señor, nuestro Padre amado, entonces realmente la situación es diferente.
Por ello también no debemos servir a las riquezas ni muchos menos tener nuestra confianza en ellas, pero es fácil decirlo. Ahora, te propongo que cumplas con el diezmo en tu congregación. Cúmplelo de la manera que Dios te indique hacerlo, con amor y gozo, pues el ama al dador alegre (2 Corintios 9:7).
Examina tu corazón, y pregúntate, estás dispuesto a ofrendar y a diezmar conforme tu corazón te lo indique, y a ayudar a los más necesitados. Si la respuesta es positiva, pues felicidades, tu fe ha vencido al miedo.
Son pocas las personas que no deben preocuparse por qué comerán, beberán o vestirán, pues gracias a Dios han sido herederas de grandes fortunas o se han logrado ellas las riquezas que le permite estar holgados, mientras que son muchos, muchísimos más lo que batallan el día a día, ya sea por un jornal o un salario mensual y en tal sentido, pues enseñar lo del diezmo, pues no solo es una tarea encomiable, sino que muchas veces es casi sin sentido, pues las personas temen desprenderse de una pequeña suma de dinero que les ha costado mucho sacrificio conseguirla.
Pero es allí donde más se manifiesta la fe. Si en lo poco has sido fiel, sobre mucho te pondré (Mateo 25:21).
Cristo Jesús nos enseña de esto y dice que no debemos confiar en las riquezas (Lucas 10:24), sean éstas muchas o pocas, sino que más bien, debemos confiar en Dios.
Quizás explicado con un ejemplo puedas comprender un poco mejor: Margarita ha cobrado su salario el día de hoy, la suma de 880.000, de los que debe abonar la suma de 300 mil de alquiler, 130 mil de alimentos, 120 de transporte, 200 de estudios y servicios 80 mil, sobrándole exactamente 50 mil del total, salvo que diezmara, digamos la suma de 20 mil, por lo que sólo le quedaría 30 mil para ahorrar, contingencias, salud, vestimenta, regalos, ocio y demás. Qué puede decidir una persona en la que el miedo todavía se apodera de ella, pues dudar, interrogarse una y otra vez, me alcanzará para fin de mes, o sencillamente no diezmar, o hacerlo pero por la módica suma de 1 mil, o 2 mil, o máximo 10 mil. Te recuerdo aquí, que Dios no necesita ni de tu dinero ni de tu generosidad, si no de tu corazón.
Una persona de fe lo que haría es sanear debida y correctamente su economía y finanzas y diezmar 80 mil, y más inclusive, pues no sirve a las riquezas sino a un Dios grande y poderoso que todo lo puede, y se repite incluso, "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Quizás mi ejemplo es un tanto burdo, pero quiero demostrar que si bien antes que nada debemos tener unas finanzas sanas, pues Dios nos ha puesto como mayordomos de las riquezas que ostentamos, lo siguiente es no ser dependientes de las riquezas, ni siervos, ni muchos menos esclavos, sino que en nuestro amor al Padre y nuestros prójimos, debemos aprender a ser fieles en nuestro diezmos y ofrendas.
Sabías que
“No temas, la fe te hará mover montañas”.
Padre reprendo todo miedo que haya en mí, y declaro que a partir de hoy confío enteramente ti, amén.
¡Bendiciones!!!!
«EN LA BARCA»
Dios bendiga a Paraguay
JRW