miércoles, 14 de noviembre de 2018

Doble paternidad


Doble paternidad
Es muy llamativo nuestro título de hoy, pero no te asustes, refiere a una verdad que nos envuelve a todos los seres humanos, dado que si bien es cierto tenemos a nuestros padres terrenales, a quienes en la mayoría de los casos vemos, conocemos y compartimos con ellos, también tenemos un Padre Celestial.
El tema tiene varias aristas, a saber, cómo debemos ser como padres, cómo debemos comportarnos como hijos, cómo debe ser nuestra relación con el Padre Celestial, cuándo somos hijos del Altísimo, entre otros. Hoy abordaremos el primer tema, cómo demostrar el amor de Dios siendo padres terrenales.
Comenzamos con este tema, porque la mayoría sabe aquel mandamiento que dice honraras a tu padre y madre, pero pocos recuerdan el mandamiento que fue dicho a los padres. Encontramos algunas indicaciones en Efesios, y leemos:
4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.
Efesios 6:4

Es fundamental que como padres podamos fomentar y apoyar a nuestros hijos, antes que provocarles, injuriarles, proferirles maldiciones. Recuerda que la muerte y la vida están en poder de la lengua (Proverbios 18:21). Ese poder de vida es lo que debemos utilizar, con palabras de aliento, de fortaleza, de ánimos. Nadie nace sabiendo, y por tanto, por qué ser duros con nuestros retoños que apenas están comenzando a vivir.
En nuestra boca hay un milagro, y por tanto, qué mejor que ofrendar ese milagro a nuestros hijos. Desafiémonos a ser buenos padres, como nuestro Padre Celestial, podemos seguir su modelo de amor, misericordia, gozo, perdón, amparo constante. Ahora, Dios no camina por nosotros, solo nos acompaña y nos da fortaleza y cuando caemos, está allí para decirnos: “te dije que eso te pasaría!!”, no, no dice, jamás dirá algo así, ni nos acusará ni nada parecido, sino que nos dirá: “arriba hijo, siete veces cae el justo y vuelve a levantarse (Proverbios 24:16), ánimo que yo soy tu fortaleza, tu pronto socorro, tu amigo fiel, tu Padre Todopoderoso”. Hay una enorme diferencia en esa recriminación indicada primeramente y en esas palabras de aliento, fortaleza y consolación (el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios, 2 Corintios 1:4).
También nuestra obligación como padres es guiar a nuestros hijos dentro del marco de la disciplina, tarea no muy sencilla en un tiempo en el que impera el caos y la rebelión. Pero, sin disciplina, sin la exhortación debida y la enseñanza de principios y valores cristianos a nuestros hijos, pues sencillamente los mismos crecerán no solo sin la cobertura de Dios sino también desobedientes, necios y hasta inclusive rebeldes. Esto implica estar apartados de Dios, y eso no que queremos como padres para nuestros hijos.
En el camino de la verdad y la vida, que es Cristo Jesús, está la salvación de las almas pecadoras, y todo aquel que lo reconoce como su Señor y Salvador, y se arrepiente de sus pecados, será perdonado y podrá experimentar un nacimiento nuevo, no más en las rebeldías, en las iniquidades ni el pecado, sino en la obediencia, en el amor, en la gracia de Dios. Cualquier hombre que prefiere la vida de iniquidad y libertinaje, pues sencillamente no traerá honra a su casa. Al que le gusta la bebida alcohólica (el borracho), al que le gusta la vida fácil (el perezoso), al que le gusta las cosas ajenas (el ladrón), al que codicia a la mujer o al hombre de su prójimo, o es lascivo, o adúltero, o fornicario, pues condena trae para su alma, y todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gálatas 6:7).
Amados, ser padres es una tarea maravillosa, es prácticamente la concesión que el Altísimo nos da para muestra de su más tierno amor hacia nosotros, dándonos la posibilidad de experimentar por lo menos un poquito de todo lo que Él siente a diario por nosotros.
Padre enséñanos a tener el carácter de Cristo, para reflejarlo a nuestros hijos, amén.
¡Bendiciones!!!!














Sabías que
“Cada hijo que Dios nos da es un regalo y una enorme bendición”.









                                                  «EN LA BARCA»
                                                http://enlabarka.blogspot.com
Dios bendiga a Paraguay
JRW

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