jueves, 29 de noviembre de 2018

Confía


Confía
Cuando es probada nuestra fe, ayuda recordar esta palabra de seis letras: confía. La confianza es lo que nos mantendrá firmes en las tormentas, es la que nos refrescará ante el angustiante calor que azota nuestros pies por el camino pedregoso que nos toca transitar, es el refrigerio justo ante la ansiedad, ante la sed y el hambre de justicia, es el cobijo ante la despiadada incertidumbre.
Muchas veces, dependiendo de nuestra situación, nos toca soportar largos trechos de tormentosos caminos, en los que nos agobia ese calor intenso de la maldad que está en todas partes y nos rodea incesante. Cuantas veces debemos doblar rodillas para que Dios nos perdone a nosotros mismos, a nosotros primero, porque en nuestro corazón solo ansiamos un castigo para aquellos que nos hacen mal, cuando que en realidad el amado Padre Celestial quiere que confiemos en Él, que perdonemos a nuestros deudores y que los amemos.

¿Amarlos?, luego de todo lo que nos hicieron, ¡es acaso eso posible!
Ese camino pedregoso que nos toca transitar solo significa que necesitamos más de Dios, de su amor, misericordia y fortaleza. Él vuelve a decirnos entonces, “confía”.

Santiago, con una claridad inspirada en el Espíritu Santo, nos dice: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2-3).

La ansiedad está consumiendo al mundo actual. Nadie puede desconocer que en los tiempos actuales, denominado por muchos como el “microondas”, dado que todo lo queremos ¡ya!, pero ¡ya!!!, hace que la gente esté bastante apresurada por todo. Lo antes posible quieren casa, vehículos, muchos bienes materiales, viajes, la niña que quiere festejar sus 15 a los 13, la joven que quiere casarse a las 17 o los 18 años, divorciarse y volverse a casar, el joven que quiere todo, pero sin compromisos y un millón de etcéteras más. La ansiedad está consumiendo a cada persona en su interior, impidiéndole dormir, descansar, obstaculizándole la posibilidad de detenerse un minuto, reflexionar, pausar su arduo trajinar y tener cuidado de lo verdaderamente importante que es confiar en Dios.
Por causa de la ansiedad ya nadie quiere confiar en Dios, sino que prefieren más bien estropear su existencia detrás de vanas cosas. En Santiago nuevamente leemos: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:4). En Eclesiastés se concluye diciéndose: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12:1).

La falta de amor también evita que confiemos en Dios, y Salomón por eso decía a su amada, “Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bines de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían” (Cantar de los Cantares 8:7). Esto sí es confiar.

También hay dudas que nos impiden confiar. Incertidumbres que nos agobian, que echan raíces y se fortalecen en nuestro espíritu impidiéndonos verdaderamente confiar en el Todopoderoso. Pero debemos recordar que en nosotros también está el grande y poderoso, el victorioso, el Gran Rey (Malaquías 1:14), y para ello solo debemos leer Filipenses 4:13, que dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Nuestra confianza debe estar en aquél que ya ha vencido, en el Dios viviente, el Grande, el Poderoso, el Rey de Reyes, Señor de Señores, el Omnipotente. Confía.

¡Bendiciones!!!!

Sabías que

“Puedes confiarle todo a Dios, y él lo hará”.


Confío plenamente en ti, tu eres grande y poderoso, amén. 





                                                  «EN LA BARCA»
                                                http://enlabarka.blogspot.com
Dios bendiga a Paraguay
JRW

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